El azufre destaca por sus múltiples aplicaciones en la agricultura, tanto como producto fitosanitario para la protección de los cultivos, por sus propiedades fungicidas y acaricidas, como por las posibilidades que aporta como agronutriente, gracias a su potencial como fertilizante y bioestimulante natural.
Al ser aplicado en la planta de cultivo, el azufre favorece la formación de aminoácidos esenciales para su crecimiento, como la cisteína y la metionina, incrementa el nivel de clorofila de las hojas y forma parte de los metabolitos secundarios que condicionan el olor y sabor de diversas especies vegetales.
Además, el azufre también destaca por su capacidad para la aportación natural de sulfatos al suelo agrícola, lo que es de una gran importancia para reducir su alcalinidad (o pH), equilibrar su conductividad, incrementar la microbiota y desbloquear otros macroelementos como el fósforo, lo que contribuye a frenar el paulatino empobrecimiento de la superficie de cultivo debido, en muchos casos, a su sobreexplotación.
Por todo ello, se puede considerar al azufre, sin lugar a dudas, como una de las sustancias cuya composición natural es más completa y recomendables para su aplicación para la mejora integral de los cultivos agrícolas.
La relación del azufre con la agricultura tiene una antigüedad de miles años, hasta el punto de que existen datos que confirman que se trata del primer producto fungicida utilizado en la Historia de la Humanidad.
Se calcula que la utilización del azufre con fines agrícolas se inició en la antigua Mesopotamia, si bien el primer escrito documentado que se refiere a este aspecto pertenece al autor griego clásico Homero y cuenta con algo más de 2.800 años de antigüedad.
En él, Homero destaca la utilización habitual del azufre como producto para el control de plagas y enfermedades en las explotaciones agrícolas de la época.
El hecho de que el azufre sea considerado como un producto natural o no sintético implica que su capacidad para aportar nutrientes esenciales a las plantas viene determinada por su propia composición, lo que lo convierte en un producto fitosanitario, fertilizante y bioestimulante inorgánico.
Por tanto, su aplicabilidad sobre los cultivos no requiere de ningún proceso o transformación química previa, sino a sus propias propiedades naturales, al igual que ocurre con otros macronutrientes de uso agrícola como el fósforo, el nitrógeno o el potasio.
La agricultura ecológica limita la utilización de recursos externos en sus cultivos a aquellas sustancias naturales o derivadas de sustancias naturales que, además, presentan una baja solubilidad.
El azufre, por su propia composición natural, cumple estos dos requerimientos clave, lo que explica la posibilidad de ser incorporado en el cuidado y fertilización de explotaciones agrícolas que se rigen por los principios de producción de la agricultura ecológica.
Esta confusión tiene su origen en que el azufre es una sustancia que se suele encontrar en el medio natural adherido o unido a otros minerales, como el carbón o el petróleo.
Así, es habitual que en el proceso de refinado del petróleo se encuentren vetas de azufre, que es preciso separar de este para el tratamiento de ambas sustancias de forma individualizada, pero que, en modo alguno, guardan relación más allá de este aspecto.
El azufre es uno de las sustancias naturales que presenta unas características más completas para su utilización en el cuidado y mantenimiento de cultivos agrícolas, ya que posibilita un tratamiento prácticamente integral de la planta y el suelo, gracias a sus propiedades como:
El azufre como fungicida y acaricida (azufre en polvo)
Cuando se hace referencia a la capacidad fungicida del azufre elemental, en su presentación en polvo, se está haciendo mención a su capacidad para impedir el crecimiento de hongos perjudiciales para el crecimiento de las plantas.
El azufre, en este sentido, contribuye a incrementar los mecanismos de defensa naturales de las plantas frente a la acción de hongos, gracias a la estimulación natural que genera en ellas para la generación autónoma de aminoácidos esenciales como la cisteína, la cistina o la metionina.
Esta es una de las razones que explica la estrecha relación del azufre en polvo con la producción vitivinícola, ya que es, sin duda, uno de los productos que mejores resultados ofrece para el tratamiento con éxito del oídio.
El azufre elemental, o en polvo, no solo incrementa la capacidad de actuación de la planta frente a posibles infecciones provocadas por hongos, sino que esta mejora natural de sus mecanismos de defensa también incrementa su protección ante la presencia de ácaros.
En este sentido, el azufre ofrece una contrastada utilidad para hacer frente tanto a la acción de ácaros y eriófidos como a otros arácnidos de mayor tamaño, como la araña roja.
El azufre en polvo es una sustancia que favorece la optimización natural de los mecanismos de defensa de la propia planta, generando así una mejora gradual y duradera de su sistema inmunológico frente a posibles agentes externos nocivos, como hongos y ácaros.
Asimismo, el azufre en polvo también destaca por su capacidad para la aportación natural de sulfatos, lo que supone la posibilidad de ejercer un triple efecto (fitosanitario, fertilizante y bioestimulante) mediante la aplicación de un único tratamiento.
Pero, además, se pueden mencionar otros aspectos adicionales que sirven para hacer una idea más aproximada del potencial del azufre en polvo como producto fitosanitario:
En absoluto. El hecho de que el azufre elemental o en polvo presente un precio inferior a otros compuestos fitosanitarios existentes en el mercado se debe, exclusivamente, a que se trata de una sustancia de origen natural, que además requiere de un mínimo tratamiento relacionado con la mejora de su presentación y capacidad de manipulación por el usuario final.
Hay que tener en cuenta que otros compuestos fitosanitarios requieren de varios años de investigación y desarrollo, así como de un arduo proceso de tramitación para hacer posible su comercialización y utilización con los máximos niveles de seguridad tanto para los usuarios como para las plantas, lo que explica su mayor precio relativo respecto al azufre, ofreciendo unos resultados similares en términos de eficacia.
El azufre se caracteriza por presentar una toxicidad prácticamente nula, tanto para las personas como para las plantas sobre las que se aplica.
De hecho, este es uno de los elementos que justifica su capacidad de utilización tanto para el tratamiento de cultivos relacionados con la agricultura ecológica como en aquellos que se utilizan para la alimentación animal en explotaciones ganaderas, en los que existen unos exhaustivos controles para reducir los niveles de toxicidad y su posible influencia sobre el medio natural y los consumidores finales de dichos productos.
Por supuesto que sí. El azufre elemental o en polvo es una de las sustancias cuya capacidad de utilización se encuentra recogida expresamente en el Reglamento 889/2008 del Consejo de la Unión Europea, sobre producción y etiquetado de los productos ecológicos, con respecto a la producción ecológica, su etiquetado y su control.
Por tanto, su utilización no solo es posible, sino que más bien es altamente recomendable para el tratamiento fitosanitario de aquellas producciones agrícolas que cuentan con una certificación ecológica oficial.
Hay que tener presente que el azufre, por su propia composición natural, presenta propiedades inflamables ante diversas condiciones adversas que, por el contrario, se encuentra totalmente testadas y documentadas.
Por este motivo, al igual que ocurre con cualquier otro producto, se recomienda consultar detalladamente sus instrucciones de uso y manipulación, y seguir las especificaciones ofrecidas por el fabricante en cuanto a su almacenamiento y transporte, con el fin de garantizar que la realización de todas estas actuaciones se lleva a cabo conforme a los máximos niveles de seguridad.
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